La relación de ayuda en Trabajo Social:
Propuestas para un desarrollo de calidad
DOI:
https://doi.org/10.7764/rts.90.3-13Palabras clave:
Trabajo social humanista, Relación de ayuda profesional, Cualidades, Valores, Actitudes, HabilidadesResumen
El Trabajo Social desde sus inicios ha dado siempre una gran importancia (Richmond, 1996) a la relación que establecía el trabajador social con sus clientes, ya que ha considerado que esta relación es el canal en el que cobran sentido el conocimiento y comprensión de las situaciones que atendemos, los diagnósticos que establecemos y las intervenciones que proponemos y acordamos con nuestros clientes. Además, también somos conscientes que difícilmente podríamos lograr influir en la vida de nuestros clientes de manera significativa si no estableciéramos una relación de calidad con ellos, basada ésta en la calidez, el respeto y la comprensión de unos profesionales
de la ayuda que creen en sus capacidades y posibilidades, y por ende en su futura autonomía y autogestión.
En la certeza y convencimiento de lo expuesto, la pregunta central es saber desde qué marco teórico de las ciencias sociales puede desarrollarse una relación de ayuda coherente con los principios y valores del Trabajo Social. Hemos encontrado la respuesta en el enfoque humanista que permite desarrollar un trabajo social de naturaleza interaccionista. (Banks, 1997; Bermejo y Matínez, 1998; De Robertis, 2003). Para comprender en qué consiste, señalamos los rasgos principales que la teoría humanista tiene sobre el ser humano y analizamos su aplicación a la intervención del trabajador social, resaltando la consideración del cliente como sujeto activo y participante dotado de potencialidades y capacidades, capaz de tomar decisiones sobre sus asuntos.
En el deseo de concretar estas reflexiones se propone un perfil profesional de trabajador social que ejerce desde esos valores y que manifiesta en su práctica unas actitudes y destrezas profesionales propias del enfoque humanista y que se ve abocado de alguna manera a acometer procesos de cambio y trasformación, en ocasiones dolorosos, a la manera de cualquier ser humano (Rogers, 2000).